Posadas Mexicanas
Originalmente las posadas se iniciaron en los templos agustinos en tiempos de la Colonia, con el propósito de evangelizar a los indígenas. Estas se realizan en el mes de diciembre y terminan el día 24.
En una posada tradicional mexicana se representa a María y José al peregrinar, cuando finalmente son recibidos y se prepara el Nacimiento y la fiesta. Los anfitriones representan a los hosteleros y los invitados a la posada representan a los “peregrinos”, quienes piden posada con un cántico.
Ya adentro de la casa o del patio en donde se celebra la posada, comienza la fiesta, en la que se rompen las piñatas, la cual está hecha artesanalmente en barro y papel china, que deberán tener la forma de una estrella de siete picos, estos representan los siete pecados capitales en la religión católica. Se debe de romper con un palo que representa la fortaleza y fuerza de Dios, y al romperse caen dulces, llamados colaciones (dulces muy duros hechos de azúcar, pintados de blanco, rosa o azul pálido y algunas veces rellenos de cacahuate o cáscara de naranja confitada) y frutas tales como mandarinas, tejocotes, cacahuates y limas. Estas son recompensas y dones por vencer al pecado.
Mientras se rompe la piñata, los anfitriones reparten jarritos de barro, llenos de delicioso ponche hecho a base de frutas como manzana, ciruela pasa, tejocote, caña de azúcar, guayaba, naranja, limón, vino tinto, té, agua y azúcar; y para los mayores se le añade un chorrito de aguardiente, de ron o de tequila. Ya con las frutas y las colaciones de la piñata en un bolsita, para poderlos llevar consigo, comienza la merienda que generalmente consiste en tamales, atole, chocolate, buñuelos aderezados, ya sea con azúcar y canela en polvo o con miel de piloncillo, a la que se le habrá añadido canela en raja.
Todo esto acompañado por música de mariachis, ya sea en vivo o grabado, y por supuesto, por los acostumbrados cohetes, que se oyen tronar por todos los pueblos y las ciudades en esas noches de diciembre.