Ría Lagartos
Ría Lagartos, el colorido poblado donde los mangles, el mar y las salinas hacen el mejor contraste que la vista pueda apreciar.
No creas que es una confusión ortográfica, es ría debido a que es un flujo de agua marina que se interna entre tierra firme y una estrecha franja de playa. Ría Lagartos fue declarada Reserva de la Biósfera en 1979 por albergar una diversidad impresionante de aves y reptiles, peces y mamíferos. Aquí se encuentra la principal zona de anidación, en el país, del precioso flamenco rosa.
Después de un largo recorrido por la carretera de Mérida a Ría Lagartos, pude observar cómo nos íbamos acercando y me emocionaba, lo noté porque la vegetación comenzaba a cambiar, cada vez más verde y la brisa del mar comenzaba a cubrirme el rostro. Una vez entrando puedes reconocer la cautivadora alegría de la gente; sin dudarlo más, fui directo al malecón.
En la franja del malecón puedes ver como de un lado está lleno de restaurantes de mariscos, de villas, entre otros comercios y del lado contrario están esperando los lancheros ansiosos por llevarte a conocer las bellezas que ofrece el lugar. Yo llegué a la hora de la comida así que fui directo al restaurante que más me llamó la atención, “El perico marinero”. Me fue difícil tomar una decisión sobre el menú, todo se veía delicioso pero me terminé decidiendo por un ceviche junto una michelada bien fría.
Ni bien esperamos a que se bajara la comida e inmediato caminamos hacia el otro lado de la calle y comenzamos la aventura en lancha, Don Enoc fue nuestro guía. Debo decir que mis expectativas eran ver muchos lagartos y flamingos; para mi sorpresa solo vi un lagarto que en cuanto notó que lo observábamos se esfumó dentro del agua; lo que me dejó atónita fue la cantidad de mangles de un color tan verde que brillaba y el agua del color del cielo. No tardamos mucho y se empezaron a ver de lejos figuras color rosa y dije – Ahí están los flamingos! No pudimos acercarnos tanto para que no se espantaran y se fueran, pero la vista fue perfecta. Don Enoc nos dijo que si creíamos que eran muchos, que nos sorprendería saber que habían aún más, pero como era época de anidación, la mayoría de los flamingos estaban criando a sus polluelos cerca de la zona.
Ésto es debido a la excesiva cantidad de sal que hay, es tanta que me dio curiosidad y probé una gota de esta agua y era como haber metido un puño completo de sal a mi boca. Estuvimos unos minutos y saliendo del agua Don Enoc nos tenía un bote de lodo de arcilla, que según decía nos dejaría la piel muy suave y servía como exfoliante; no tenía nada que perder así que todos nos bañamos todo el cuerpo con arcilla, nos veíamos chistosísimos y así nos fuimos a la última parada.
Íbamos de regreso y cerca del malecón había un área de agua dulce donde nos pudimos quitar la arcilla del cuerpo y como bien dijo Don Enoc, mi piel estaba súper suave, disfruté mucho ese baño en la playa. Así terminamos nuestro recorrido que estuvo maravilloso, cada minuto valió mucho la pena y nunca olvidaré los colores, olores y sensaciones que descubrí aquel día.